Los proyectos a largo plazo no suelen encontrar suelo fértil en la premura que caracteriza a la cultura argentina moderna. La inmediatez en la obtención de resultados es una premisa que conspira contra la construcción de bases fuertes, y así muchas ideas son interrumpidas a medio hacer en un ciclo de nunca acabar. El básquet tucumano, mal que pese, participa de esa lógica. En el ambiente surgen preguntas incómodas. ¿En dónde está parado hoy en día? ¿Por qué parece no terminar de despegar? ¿Cómo se podría estar mejor?
Muchos ven como causa principal la falta de políticas deportivas claras. La inequidad en la distribución de recursos lleva a que a los clubes se les haga muy difícil costear la participación en las principales ligas del básquet nacional. Cuestión que parece resuelta en la vecina Santiago del Estero, por ejemplo.
Rubén Urueña, presidente de la Federación tucumana, habló al respecto. “Para dar el salto de calidad, se necesita que el Estado tenga una política deportiva. A partir de la nueva administración de gobierno, hay una posibilidad de que se apoye al deporte, pero a la vez nosotros como dirigentes debemos demostrar que somos serios y tenemos las cosas al día. Además, nos hace falta un espacio donde podamos albergar un evento nacional o internacional”, reclamó.
Gustavo Paz, presidente de Nicolás Avellaneda, compartió su sentir al respecto. “Hay provincias como Entre Ríos, donde tiene leyes que determinan una cantidad de recursos para los clubes, dependiendo de la competencia en que participen. Ellos tienen esta ayuda oficial, al margen de los vínculos políticos de cada dirigente. En Tucumán, las ayudas son más esporádicas. Hay intendencias que ayudan a sus clubes: Tafí Viejo apoya fuertemente a Talleres, Monteros en el voley, Lules con Almirante Brown, pero no hay nada oficial. La Secretaria de Deporte de la provincia maneja un presupuesto muy escueto e intenta colaborar con pelotas, pero se hace difícil gestionar algo más”, señaló.
Sergio Echevarría, presidente de Estudiantes, comentó: “no hay políticas deportivas para que los proyectos se sostengan a lo largo del tiempo. Nosotros recibimos una ayuda del gobierno y estamos agradecidos, pero hace falta una política deportiva donde se diga cuántos recursos van para el desarrollo de cada deporte. Esa carencia lleva a que algunas instituciones reciban más dinero que otras”.
Desafíos y méritos
El gran desafío actual de los clubes argentinos es tratar de retener a los promesas que surgen de sus inferiores, algo que se dificulta por dos razones principales. La primera es netamente económica: en un país con una moneda tan devaluada e inestable, la opción más seductora para los talentos es buscar un futuro en el exterior. Por caso, Brasil aparece hoy como un destino más rentable que la Liga Nacional. La segunda razón toca más de cerca al básquet tucumano: la falta de oportunidades, consecuencia de que ningún equipo tiene asegurada una estadía de largo tiempo en las ligas nacionales.
En contrapartida, del básquet tucumano cabe destacar el constante crecimiento en las divisiones formativas. Lo respaldan los resultados obtenidos por el seleccionado provincial U-17, que en febrero jugará las finales del Argentino; también lo certifica el hecho de que los equipos que participarán de los torneos nacionales están compuestos en su gran mayoría por jugadores tucumanos.
También vale resaltar el constante perfeccionamiento de los cuerpos técnicos por los cursos de ENEBA, que permiten una mejor formación de jugadores. “Esto ayuda a que el deporte levante el nivel y los clubes empiecen a profesionalizarse en todos los aspectos”, remarcó Luis Bichara, presidente de Asociación Mitre. Al mismo tiempo, expresó cuál es el desafío a superar este año. “Para mí lo más importante es la planificación de la competencia. Debe ser más organizada, porque jugar muchos partidos no significa calidad. Debemos juntarnos a armar todo de manera correcta”, propuso.
El básquet tucumano tiene un horizonte claro: dar un salto de calidad. Para ello, los dirigentes tratan de ponerse de acuerdo en el camino que lo llevará hacia allí. Lo que sí está fuera de duda es la necesidad de certezas y apoyo por parte del Estado, y la importancia de seguir apuntando los cañones a la captación y desarrollo de talentos. Ellos son la clave del futuro. (Producción periodística: Benjamín Papaterra).